Existe un lugar donde van todas las cosas perdidas. Una ciudad hecha con montañas de juguetes rotos, llaves, carteras, paraguas. Un océano de teléfonos móviles con sus pantallas verdosas apagándose y encendiéndose. Hay libros dejados en el metro, monedas, notas de todos los tipos y colores. También a lo lejos pueden verse infancias, voluntades, esperanzas, sueños... alegrías aleteando en bandadas grises.
Incluso hay personas, caminando solitarias por esas calles sin saber muy bien dónde están.
Sobre ese horizonte de rascacielos formados por cosas viejas se abre un cielo oscuro y turbule