Capítulo 2.- Segunda parte
El regalo
Ambos ingresan corriendo a casa, y sus padres también corren para vestirlos y secarlos, no sea que se resfríen. La mujer critica al niño por retrasarle las compras para el almuerzo, a pesar de saber que este no hará caso alguno de sus regaños, y el adulto ríe mientras comenta que irá con sus tres hijos a la cima de la colina para que pueda cocinar tranquila. “Hoy haré un almuerzo especial por mis dos retoños que festejan”, comenta la mujer y Emerik se queja de ser olvidado, a lo que ella no tarda en recordarle su cumpleaños una estación atrás: “Bien celebrado que estuviste, no seas celoso”.
La mujer siempre es igual. Intenta ser lo más equitativa posible con sus tres hijos, y hace lo imposible para que ellos noten la igualdad; sus cabellos son tan rubios como los de sus dos hijos menores, pero tan ondulados como los de su hijo mayor. Su cuerpo, aunque no es muy delgado, se ve muy bien luego de tres partos normales, y en la suave y blanquecina piel de sus manos relucen las huellas del trabajo que realiza en casa; entre ellas las muchas veces que ha tenido que remendar las ropas de sus hijos.
–¡Ey, hermano, trae el balón para que juguemos! –exclama Dennis, abrochando atarantadamente sus zapatillas, mientras Estela grita desde la puerta que llegará antes junto a su padre.
–¡Aquí tienes! –ríe el mayor del trío, golpeando el balón en los rubios cabellos de su hermano, quien tomando el objeto lo persigue saliendo de casa y subiendo la colina.
Dando un suspiro de resignación, la mujer coge el carrito de las compras y baja por el camino de piedra. Entre las tiendas a las que entra se
encuentra la amasandería, pues debe recoger la torta que ha mandado a hacer para sus dos hijos; lo bueno de que cumplan años el mismo día es que puede hacer una sola celebración, y hasta la fecha, ninguno tiene problemas con ello.
Y es que Dennis y la pequeña se lo pasan jugando entre ellos, y él siempre la cuida con dedicación, por lo que celebrar juntos es algo que ambos disfrutan, como si haber nacido en la misma fecha significara además que hay un pacto secreto entre ellos.
Michelle entra después en la tienda de verduras y frutas, para buscar las preferidas de sus hijos, donde con calma registra el cajón de falkias buscando la más verdosa del montón y, luego de hacer todas sus compras, coloca las bolsas en el carro de metal para comenzar su regreso a casa jalando este con una mano y en la otra cargando la gran torta que lleva consigo. Mas, en el camino, se detiene al sentir que algo atasca su falda, y voltea para descubrir la lila mirada de un pequeño con facciones redondas y tiernas.
–Se le ha caído –dice él en voz muy baja, sosteniendo un midie en su mano derecha.
–Gracias, Daniel… –sonríe de inmediato ella y levanta la vista para observar a Darma acercarse con un par de bolsas con verduras.
–Michelle, qué gusto verte –saluda, antes de consultar cómo va su día.
–Bien, estoy armando los preparativos para el almuerzo y la merienda, fui a verte hace unos días pero no te encontré –comenta y la invita a su casa esa tarde–. Es el cumpleaños de Dennis y Estela, ¿no te gustaría venir, Daniel? Habrá mucho pastel –consulta mirando al pequeño que se acerca a su madre con timidez, asintiendo.
–Claro, llevaré a Daniel, ¿cómo a las 17.00 horas?
Darma y Michelle caminan juntas hasta llegar a la falda de la colina, conversando sobre diferentes cosas; entre ellas, Darma comenta lo cansado que ha sido viajar dos veces a la semana con Daniel para que entrene como aprendiz del guardián Aire.
–Aunque todos estén felices de que un aprendiz haya nacido en nuestro pueblo, yo estoy agotada –comenta con una sonrisa resignada, y Michelle cuenta lo orgullosos que están todos de él, antes de hablar sobre los últimos desastres causados por sus hijos.
–Pero tus hijos son muy tiernos… –ríe ella sorprendida de las palabras de Michelle.
–Sí, lo sé. Pero Dennis es más inquieto que Emerik y Estela juntos, ysiempre está rompiendo algo –responde con resignación viendo a Darma
reír.
A buena distancia del lugar, en Ciudad Capital, un segundo Guardia Real ha sentido emanar la energía del elemental Kern, y habiendo comprendido que se encuentra lejos, preparó un bolso y carruaje para ir en busca de su desconocido aprendiz. London Roux, como se llama el ahora Mentor de la Noche, fija su púrpura mirada en el paisaje frío y nevado de la temporada; Laureloth posee cuatro diferentes estaciones, luego del día Neutro (que separa un año de otro) llega la Estación Floral, seguida de cerca por la Estación Solar; ambas poseen los días más cálidos del año, sin embargo, ahora viven la Estación del Agua, que siendo la que viene después de la Estación de las brisas, resulta ser la más fría de todas. Indicando al conductor cada cierto tiempo hacia dónde doblar, el joven de veintiocho años calcula el tiempo que le resta de viaje; tras llevar dos horas puede saber que está más cerca del pequeño, no obstante… no lo suficiente.
Por ello decide detenerse a comer algo en el camino antes de continuar, y habiendo cumplido cuatro horas de recorrido, consigue llegar al fin a un pueblo donde puede percibir con mayor fuerza la presencia de Kern. “Aquí debe ser”, piensa, pidiendo al chofer que busque dónde estacionar y que descanse.
–Al menos tardaré tres horas, así que tómese ese tiempo –le dice, mientras va a recorrer el pueblo con calma.
El lugar se encuentra bastante deshabitado, probablemente porque ha pasado poco de la hora de almuerzo, no obstante en la plaza central del pueblo aún quedan algunos niños. Entusiasmado se acerca a ellos, intentando encontrar al joven que será su aprendiz, pero nada ocurre, entonces divisa la colina frente a sus ojos; cruzando la plaza no quita su vista de aquella y al llegar vuelve la vista, resignado a subir la cuesta para llegar al chico, o en su defecto, a la perla. Cuando está a mitad de camino, unas risas llaman su atención –un buen número de chiquillos corre en la cima de la colina que ahora pisa._ Comprendiendo que probablemente sería allí donde esté el joven que busca, sigue su camino observándolos con detención y su vista se centra en un grupo de seis pequeños de entre tres a ocho años que están agachados. Cuando llega allí, descubre que los pequeños juegan a competir con bolitas de vidrio, mezcladas con perlas marinas, chocándolas entre sí y guardándolas el ganador. Por un momento teme que en competencia esté la perla que busca, no obstante, una chiquita de larga cabellera rubia, saca de sus bolsillos varias perlas y canicas, entre las cuales una dorada resalta ante sus ojos.
–¿Cuál vas a jugar, Estela?
–Esta… –dice ella, lanzando una perla blanca al juego, y guardando la que el hombre busca, junto a las demás.
–Hola, niños –saluda al fin, inclinándose un poco para acercarse a ellos–. ¿Puedo hablar con Estela un segundo? –consulta con una gran sonrisa, consiguiendo que esta se ponga de pie.
–¿Me trae un regalo?
–¿Un regalo? –confundido la mira murmurando un “no” para sí mismo, antes de explicarle–. La verdad, quería preguntarte sobre tus perlas.
–Estoy de cumpleaños –especifica anonadada y seria.
¿Para qué va a hablarle un hombre que no conoce, si no le dirá feliz cumpleaños?
–¡Qué bien, mis felicitaciones! ¿Cuántos cumpliste? –pregunta con una ancha sonrisa en sus gruesos labios, después de todo es solo una pequeña.
–¡cuatro años! Y el próximo año cumpliré cinco y seré grande… –sonríe mostrando sus dedos y una risa blanca.
–Qué bien, me alegro. Ahora... estas lindas perlas, ¿tú las recogiste todas?
–pregunta colocando énfasis en la cantidad que posee en su cartera amarilla.
–No son solo perlas, tengo canicas –indica sacando algunas, entre las cuales muestra la dorada con principal orgullo–. Esta es nueva, es la más bonita de todas –dice con felicidad.
–Sin duda es la más linda –apoya sus palabras sonriendo, tomando el objeto y mirándolo; definitivamente es la perla de su aprendiz–. ¿Y tú la has cogido? ¿De dónde?
–Me la regaló mi hermano por mi cumpleaños; fuimos al arrecife y la sacó con un cuchillo –cuenta con sus ojos dorados brillando como la perla–. ¿Quiere verla?
–Por ahora, no. Preferiría conocer a tu hermano, ¿dónde está? –pregunta discreto, logrando que la chiquilla mire hacia los lados dubitativa,
mas, pronto indica a un chico con su dedo.
–Él es Emerik –dice, indicando el color de su chaleco, sorprendiendo al hombre que ve a un joven preadolescente en lugar del pequeñito de siete que busca.
Y antes de poder acercarse a él, se encuentra frente a una mujer de rizado cabello dorado, que enfoca su oscura mirada con seriedad en su persona.
–Disculpe, ¿qué desea? –consulta ella con cortesía, algo que no sorprende a London al pensar que está en medio de una fiesta de cumpleaños a la que no fue invitado.
–Perdone, mi nombre es London Roux. Soy parte de la Guardia Real de Laureloth –explica, y notando la seriedad de la mujer muestra un distintivo del palacete.
–Oh, siendo así me disculpo. Por un momento pensé mal de usted
–sonríe avergonzada, indicando a Estela que vuelva a sus juegos, quien obedece una vez que le devuelven su preciado regalo. Algo que acepta el hombre un poco receloso, sin embargo, no desea problemas.
–¿Usted es la madre de Estela?
–Sí, ¿qué sucede con mi hija? –pregunta invitando al hombre a caminar hacia un sector con menos pequeños corriendo.
–Con ella, nada. Es la perla que tiene en sus manos lo que me trajo hasta aquí.
–No entiendo por qué un Guardia Real vendría hasta este pequeño pueblo por… ¡Por Nawar! –exclama la mujer, comprendiendo las palabras del joven, y detiene sus pasos para observarlo aún atónita.
–Su hija ha dicho que su hermano es quien le regaló la perla, pero su hijo no parece cumplir con la edad requerida… –comenta, dando a entender sus dudas.
–¿Usted habla de Emerik? Él tiene once, pero no le ha regalado nada a Estela…
–Entonces tiene un tercer hijo –analiza respirando satisfecho, no tendría que seguir buscando si aquel es el joven.
–Bueno…, sí. Pero no creo que quiera tenerlo de alumno… ¿Está seguro de que no necesita solo la perla?
–Si él tomó la perla y tiene siete años, es a quien busco.
–Acaba de cumplir los siete hoy, no puede ser quien busca –dice, mordiéndose el labio al tiempo que Emerik se acerca con curiosidad.
–No se preocupe, el entrenamiento se amolda a la edad y los avances del aprendiz... –intenta calmarla, mas pronto descubre que la mujer no tiene esa idea en sus pensamientos.
–Es que será un error si se llevan a Dennis como aprendiz… –comenta, sin evitar una sonrisa traviesa.
–¿Dennis aprendiz de qué? –pregunta el hijo mayor, fijando sus verdes ojos en el hombre que ahora le sonríe.
–Emerik, trae a tu hermano. Necesito preguntarle algo.
–Pero está jugando al otro lado de la colina… –se queja, obedeciendo a la siguiente orden de su madre.
Quedando el padre de los niños y una tía vigilando a quienes juegan, Michelle invita a London al interior de la casa y le ofrece un té. Se le nota aún aturdida por saber que el regalo de su hijo resultó ser un regalo a sí mismo, y, probablemente, uno que le encantará.
–No me malentienda, si Dennis resulta ser su aprendiz estaremos muy honrados pero… si no lo es, usted va a agradecerlo –ríe la mujer con ganas, sin haber salido del shock, por la sorpresa.
–¿Acaso el chico está enfermo o incapacitado de algo? –consulta confundido, pues hasta la fecha se entiende que los elementales escogen a sus descendientes porque son los indicados para la generación.
–Solo de la cabeza, joven London. Solo de la cabeza –se burla, mientras le entrega una taza con agua de hierbas–. Es el más inquieto de los tres. Cuando aprendió a caminar, no podíamos dormir a menos de estar seguros de que él, estaba dentro de un corral. Es un buen hijo y buen niño, pero es de los que uno desea llevar con correa por las calles –cuenta, consiguiendo sonsacar unas risas en el hombre que, con sorpresa, reconoce a Darma al ingresar a la casa.
Alta, cabello corto rizado y de color azulino, una gran boca pintada con un tono chocolate, siempre vestida de forma sobria pero de buen gusto y con anteojos redondos y pequeños que ocultan sus bellos ojos celestes. Poniéndose de pie lo saluda afablemente para enterarse de que Daniel se encuentra entre los niños que juegan por la colina. Aquello podría ser bueno… Si el chico conoce de antemano al aprendiz noche, significa que no les costará mucho entenderse en el futuro, piensa con satisfacción al recordar la timidez del aprendiz aire.
ShopDreamUp AI ArtDreamUp
Deviation Actions
© 2013 - 2025 SasamiHanatsuki
Comments0
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In