Motorik95

Peste bubólica, placas teutónicas, muro de verdín. Latin american cicatriz, síndrome del carnero lobo, espasmos amigables. Inexpertizados, Imperfeccionados, desfuturados.

Hola, hijos de la depravación moral. ¿Cómo están? Aunque las reglas de la cordialidad (una de mis hermanas reglas) me obliga a desear que estén bien, lo cierto es que no les deseo el bien en absoluto. Todo lo contrario. Deseo que estén horriblemente mal y que se sientan avergonzados de sí mismos, aunque lo más probable es que estén muy muy bien, para mi desgracia. ¿Que quién me creo para hablarles con estos alardes de superioridad? Pues bien, soy la regla más famosa de internet. No necesito presentación y, honestamente, paso de cordialidades con ustedes. Van a saber quién soy exactamente cuando me escuchen. Presten atención, degenerados de mierda. Como ya les dije, soy una de las muchas reglas de internet. Aunque se tiene la idea de que las reglas (ya sea en internet o en otros ámbitos) son algo abstracto que no tiene forma, en realidad sí las tenemos. ¿Vieron que, en la ficción, se les suele dar forma física a conceptos abstractos tales como los sueños, la muerte, las pesadillas, la

Palabras abrazan tu cerebro, tu sentido común se divorcia de vos, tu mente horizontal le fue infiel con dos neologismos: Sasalele y Hohomeme. Yo soy quien corre por los pasillos, huyendo del fantasma del desorden. Del desorden que también es mi cabeza. Tu fantasma favorito. Te bañás en risas de propia cosecha, yo me lavo en mi confusión. Espero que vos me respetes. Esperás que yo te respete. Espero yo respetarte. Esperás vos respetarme. Definitivamente habrá sangre quizás. Al final, la mejor forma de avanzar es retroceder. Viví vivir como quieras, con tus risas preferidas siempre a mano. Yo solo puedo decir algo que ya sabés: ningún muerto abre desde adentro.

Abril, traje amarillo. Ella reía sin parar. Reía de los pies a la cabeza, pero esa risa no era suya. Me forjé en esas carcajadas. Ahora obedezco a mi sombra. Le doy esas risas arrebatadas, esas que tanto anhela. Se las doy borrachas de parafernalia. A mi sombra lo que mi sombra pida. Ahora llevo una máscara de decencia, que oculta algo debajo: Una máscara con forma de perversión, que oculta algo más debajo: Una máscara con forma de sumisión. Cualquiera puede ser mi rata de laboratorio. Incluso yo.

Sos un chacal de toda cacería. Ninguna presa es ajena a tus dientes. Tu persistencia es de oro. Sos la reina nadie. Soy un chacal de pocas cacerías. Mis presas son selectas y escurridizas. Mi persistencia es de petróleo. Soy Motorik. Tus diálogos son rock progresivo. Épicas mastodónticas. Mis diálogos son punk. Breves viñetas musicales. Ahí está la sincronía. Vamos a honestarnos, las palabras son de plastilina. Somos estrellas binarias, orbitando berserkticamente. Donde nuestros pies de luz hoyen la tierra el futuro crecerá. Aunque algunos digan que es imposible, nuestra danza fabrica arcoíris.

En un planeta desierto y sin nombre, un droide cluster se refugiaba en las cuevas de un bosque. Como era un robot no necesitaba dormir, comer ni preocuparse por morir de frío, pero debía sobrevivir a las bestias que salían de cacería durante la noche violeta, a las que les gustaba el sabor del metal. Entonces, vio con su único ojo sano a una estrella bajar cerca de donde estaba escondido, hasta el punto de revelarse como una nave a la que reconocía por ser de un grupo rebelde con el que alguna vez estuvo en guerra. Se apresuró a esconderse para planear una defensa, pero la torpeza de sus días de sirviente lo traicionó, por lo que tropezó y quedó expuesto frente al tripulante de esa nave, de modo que se convirtió en lo primero que vio al descender. El recién llegado expresó su sorpresa: —¿Qué tenemos aquí? Un droide cluster. No me esperaba que siguieran existiendo. —Yo ya no sé qué esperar —dijo el droide—. Llevo demasiado tiempo escondido en este lugar y no tengo noticias de lo que

La bahía de San Miguel puede ser muchas cosas, pero nunca será buen cine. Es así. Todos fuimos a contemplar el horizonte que tenía para ofrecer. Tenía las mejores opiniones de los supuestos expertos y conocedores del arte de observar. ¿Y que recibimos? Nada más que un almuerzo de espejismos acompañado con un vaso de bombardeos. Ese catálogo de armagedones, rocas y transformadores no logran nada más que volver al tiempo una losa. Resultó ser una bahía arcaica, por ponerlo de forma suave. Si queremos ser más duros, podemos llamarla de otras formas. Una bahía retrógrada, interminable, una antigüedad que nunca será reliquia, prehistoria contemporánea. Así podría seguir. ¿Y quieren saber cuál es la peor parte? Que ahora esa es la nueva tendencia. Un horizonte efectista, carente de alma. Alguna vez creímos que la bahía era la respuesta a nuestros problemas, y solo resultó ser el problema en sí mismo. Como mínimo, es su soldado de mayor rango. Ahora toda historia puede continuar y continuar y

Ella es todo y todas a la vez. Bueno, no a la vez, pero sí de manera intermitente. Ella cambia de aspecto, de nombre y hasta de forma de ser cada vez que crezco. Bah, ni siquiera cada vez que crezco. En ciertas ocasiones, el simple doblar de las campanas la puede hacer diferente para mis ojos y oídos. Considerando que cambio por cada día que pasa, no es poco decir. Una mujer siempre distinta para un tipo siempre distinto. Ella es muchas cosas desde que nací y será muchas más hasta que me muera. Por ejemplo, ayer fue mística, hoy es mi casa y mañana quién sabe. De momento disfruto su voz de lobo y no pienso en el futuro. No importa quién sea, solo amo amar. La quiero enmarcada, la quiero como una compañía tridimensional, la quiero hasta en el bolsillo. Eso sí, la quiero de forma oficial. Las imitaciones son eso. Imitaciones. Meros trabajos que me pueden hacer decir «wow, cuánto talento», pero que nunca van a saciar mi sed de real deal. A todo esto, ¿es posible algo real con ella? Qué sé

Relámpago otoñal en tus oídos y tus ojos, todo el día, todos los días. Hasta hoy. Hoy la parca tegmental viene por vos. Corre una maratón hacia tus sentidos, se hace un festín con tus pasiones y ahora tenés la pulsión de vida de un cadáver. Ya no quedan sonrisas en tu arsenal.

Sos un actor visceral. Por eso te queremos. No sabés actuar, pero lo compensás con pasión. ¿Cuánta gente se lo tragó? Tu fetiche es de cajero automático. Tu placer está en el trabajo de botas. Te la pasás de misionero. ¿Quién no quisiera estar en tu lugar? Mostrás la gran falacia. Es tu marca de identidad. La mostrás en cámara. La mostrás con orgullo. Todos los hombres tenemos una, y vos sos el más hombre de los hombres. Tu destino es la amarga retaguardia. Siempre lo fue, siempre lo será. Mientras tanto, nosotros acá, vacíos de esperar algo mejor. A veces estás arriba, otras estás abajo. Pero no importa la posición. Siempre, siempre sos el depredador. Es que nos gusta olvidar, vos sos como todos nosotros: un miserable gato del pajonal.