PRELUDIO AL SILENCIO
¡Otousama, otousama! ¿Donde estas?
¿Okaasan?
Sus pies la guiaron a traves de espacios viejos y vacios. Ni un alma, ni un rastro de ellos.
¿Aniki...?
¿Otouto chan?
Todo era penumbras y ruina. Hacia rato que el crepitar del fuego había amainado y su sombra alargada y temblorosa había dejado de danzar en las paredes. En su lugar solo quedaba el alba fría y un cúmulo de sombras retorcidas por horizonte.
Dolía.
Se acarició el cuello y sintió la herida humeda de sangre. El hermoso kimono claro lucía ahora empapado y roto sobre su pequeño cuerpo y en s