El perpetrador de cómics se podría definir como un ser pluricelular (recalcamos eso de pluri), que según los últimos estudios está sustituyendo las células capilares por células grasas.
Con un talento innato para la descoordinación, era capaz de practicar cualquier deporte con la mayor incompetencia posible. Descartado el ejercicio físico provó con las ciencias, pero ante la imposibilidad de dividir por más de dos cifras y a no recordar la tabla periódica ni con chuletas, también las desechó. Las letras fueron su siguiente meta, consiguiendo el récord mundial de no acertar ni una vez (pero ni una) en encontrar el significado de un escrito en los comentarios de textos, incluso en otros idiomas. Ante esta carencia total de habilidades, a la tierna edad de 21 añazos, provó con el arte, consiguiendo algunos resultados, pudiendo aparcar su prometedora carrera como sexador de pollos para dedicarse al diseño gráfico, aun sabiendo que contaría con menos estabilidad, sueldo, coberturas y más trabajo, presión e intrusismo... quedando así patente la gran inteligencia del sujeto que nos ocupa.
A la vejez y gracias a la maravillosa crisis, con una cantidad industrial de tiempo libre e inútil, no se le ocurrió otra cosa que montar un webcomic, por la sencilla razón que vió uno y se encaprichó en tenerlo él también, aun sin ninguna idea sobre como hacerlo y con un sentido del humor labrado con películas de Pajares y Esteso, el 1,2,3 y Chiquito de la Calzada, todos ellos buques insignia del humor fino e inteligente.