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Autobiografia linguistica

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demoztenes's avatar
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En el transcurso de mi vida, he vivido en un puñado de lugares distintos. Soy mallorquín de nacimiento y viví  en Baleares hasta los doce años. A partir de entonces me fui a vivir, por el trabajo de mi padre, a Las Palmas durante medio año y después a Tenerife donde, tras casi cinco años, perdí casi en su totalidad mi ya limitado dominio del mallorquín.

Al inicio de mi etapa universitaria, decidí volver a Palma de Mallorca, donde con un poco de esfuerzo, inicialmente, recuperé la lengua de mi tierra con todos sus modismos y su característica forma de hablar. Como ahí no está tan extendida la lengua cooficial como aquí en Cataluña, la recuperación fue más costosa de lo que probablemente muchos se puedan imaginar, apenas la mitad de profesores hablaban en mallorquín, y la mayoría de mis amigos son castellano-parlantes. Terrible, sí.

Al llegar a mi tercer año de carrera empecé a sentir desencanto por una isla tan pequeña comparado con el continente tan grande que estaba tan solo a unos pocos cientos de kilómetros, por lo que empecé a gestionar el traslado de expediente, ni siquiera me planteé meterme en el programa SICUE-Séneca, sabía que quería venir a Barcelona y por las optativas que ofertaban para mi carrera, física, y por la vida de campus, elegí la universidad autónoma.

En Barcelona en un principio no tuve grandes problemas, mi compañero de piso de la Vila universitària, un chico de un pueblo aragonés, resultó ser un gran tío que debido a su procedencia habla todo el tiempo en castellano, aunque al parecer entiende bien el catalán; de todos modos según me confesó, se alegraba de que su compañero fuera castellano-parlante porque lógicamente lo entiende mejor. Supongo que es comprensible, aunque siempre tengo las dudas típicas de si hablarle en castellano, porque tanto a mí como a él nos va mejor, o hablarle en catalán para practicarlo yo y para que lo aprenda él.

Según el día pienso que qué importa la lengua en que hablemos, el idioma es una herramienta de comunicación y si los dos habláramos, por ejemplo, tan sólo en el idioma de los delfines pues ya iría bien; otros días recuerdo éso de que la lengua también forma parte de la historia de un país, existen palabras en unos idiomas que no tienen traducción para otros. Por ejemplo en una tribu australiana en su idioma cuenta del uno al dos, y más allá son simplemente “varios”, cuando en los idiomas occidentales tenemos una forma de leer y escribir todos los números hasta infinito. Otro ejemplo es que en japonés tienen distintas formas de dirigirse a otra persona según el grado de respeto que se tenga, lo que nos hace ver lo ceremoniosos y protocolarios que son en el país nipón. Estos ejemplos me hacen recordar lo interesante que puede ser aprender distintas lenguas, porque es una forma de descubrir la mentalidad de la gente que las habla.

Como he dicho, en mi opinión un idioma te da a entender un poco la forma de pensar, ya que es una forma de expresarnos con nosotros mismos, muchas veces con el idioma como herramienta. Lo que muchos se olvidan muchas veces es que no sólo son importantes los idiomas, los dialectos como podría ser el mallorquín, el ibicenco o el valenciano para el catalán como supuesto idioma madre; o el canario, el aragonés o el andaluz para el castellano. Aunque por lo general los dialectos para el catalán difieren bastante más del original que los del castellano, con excepción del canario que tiene muchísimas palabras de origen guanche que, sinceramente, suenan a chino cuando no estás acostumbrado.

La gracia de los dialectos es que, a pesar de los modismos típicos, un mallorquín se ha de poder entender perfectamente con un valenciano, por poner un ejemplo. Una de mis primeras conversaciones con un compañero de clase valenciano, de un pueblo de Castellón si no recuerdo mal, fue del todo estúpida. Tras hablar durante un rato, me di cuenta de que no sabía su nombre. Como aquí todo el mundo te habla primero en catalán e intento ser educado y hablarle a la gente en el idioma en que se sienta más cómodo, intento hablarlo también, afortunadamente con la costumbre de hablar en catalán cogí muchísima más soltura con él que la que tenía en mi querida isla. En fin, transcribo lo absurdo de la conversación en catalán para poder captar las diferencias:

- “Que per cert, com te noms?” - le dije ingenuamente, pensando que me entendería.
- “Què?”
- “Que com te noms!”
- “Tio, no t'entenc. Què dius?” - dijo él con algo de impaciencia, me pregunto quién estaba más picado de los dos por no podernos comunicar.
- Buff... que cómo te llamas, tío – le dije ya con algo de indignación.
- “Ah! Que com em dic” – dijo el chico con sonrisa risueña.

Sinceramente no tenía ni idea de que mi forma de preguntar el nombre fuera un rasgo isleño, y en aquel momento no pensé en decir “com te dius”, porque obviamente es una frase que conozco. Pero cosas como ésta ocurren bastante a menudo para un mallorquín que viva en Barcelona. La mitad de veces nos hacen repetir la frase prácticamente entera, frecuentemente tengo que pensar en utilizar palabras más catalanas y en no utilizar el artículo “salado” - que si me dejáis que os refresque la memoria al respecto, es utilizar como artículos “es” y “sa” en vez de “el” y “la”, es algo muy característico del dialecto de las islas – con lo que la gran parte del tiempo que hablo con los compañeros me siento bastante incómodo por esa sensación de “esta gente no me está entendiendo”. Y no sólo eso, uno se siente bastante violentado a la hora de preguntarle algo al profesor en medio de clase, porque además de las palabras y la forma de expresarse distinta, está el acento que es más difícil de esconder. Afortunadamente, tras este medio año aquí en Bellaterra puedo decir que casi he aprendido a hablar el catalán como lo hacen por aquí, digamos que lo he deslocalizado un poco de las islas; aunque es algo consciente, de hecho a veces aún me resisto por éso del orgullo de la propia tierra, da pena desprenderse de la característica forma de hablar a lo paleto pueblerino que tenemos los mallorquines, es una forma de hablar muy  singular que a mí personalmente me encanta, quizá sea porque resulto tan basto como el dialecto de mi tierra.

Quería finalizar explicando un poco el por qué me he decidido a escribir esta autobiografía lingüística, ha sido principalmente para hacer ver a la gente de aquí que aunque es difícil venir a Cataluña sin saber catalán, e incluso peor para los que no hablan castellano, tampoco es tan fácil para la gente que viene aquí con la confianza total de que se podrá entender con todo el mundo. Además quería destacar que noto que los catalanes en general aceptan casi con alegría estos modismos dialécticos, digo con palabras textuales de un compañero de clase: “No hi ha res que em posi més que una noia que me parli amb accent de les illes [Balears]”**. Este sentimiento de aprecio por mi forma de hablar se recoge con alegría, porque sé de buena tinta que la gente que habla, por ejemplo, con acento tinerfeño cerrado se ve con problemas de aceptación fuera de sus islas, e incluso muchos han de dar clases de dicción con un logopeda, lo cual me parece un grave problema de tolerancia con el idioma español – o castellano, según guste al lector llamarlo -, en el cual si no hablas con perfecto acento de Valladolid eres una especie de degenerado marginal y paleto. Con el mallorquín puede ser que lo parezcamos un poco, pero es que debo reconocer que cuesta ser muy formal si se tiene un acento cerrado de pueblo del interior de la isla, sólo digo que hay que respetar todos los modismos igual que respetan, en general, el mío.







** Traducción: “No hay nada que me ponga más que una chica que me hable con acento de las islas [Baleares]”
No es que me dé normalmente por escribir este tipo de "cosas" tan raras. Hoy me ha llegado un mail de la universidad con que montaban un concurso de "autobiografía lingüística" y he pensado en participar; no creo que lo gane, pero así al menos me he entretenido dos horitas (si he tardado tanto es porque hablaba por messenger, aunque sí es cierto que suelo ser un lentorro).

Bueno, para los que no sepan qué diablos es una autobiografía lingüística, es un texto autobiográfico en que cuentas tus experiencias con el idioma y sus variantes. Nunca había oído hablar de éso ni había leído ninguna con anterioridad, así que no sé si me ha quedado muy bien.
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Mintonia's avatar
Jo t'entenc, nin XDDD M'ha agradat molt llegir això que has escrit. Te mereixes un monument de part de tota sa gent de ses illes!

PD: Ha colado? XDDD Por cierto, hay partes de tu texto que me han recordados a los apuntes de una asignatura que tenía sobre lenguaje. Hay que ver que curioso, conceptualizamos el mundo de forma diferente en función de los idiomas que hablamos.