Desahogo irrelevante

-¿Cuánto tiempo ha pasado?- dije casi a la deriva.

-Quien sabe, tal vez una eternidad- contestó.

Era mentira, como siempre. Si estaba conmigo era imposible que estuviera cansada o aburrida. 

-¿Crees que es gracioso?- le respondí enojada. No soportaba el hecho de que todo lo tomara a broma, pero obviamente, ella era así.

-Claro que si idiota, ¿No puedo reírme en tu cara?- respondió socarrona y sonriendo de una manera en la que cortaría la leche con solo verla. 

La extrañaba, aunque me cueste admitirlo, la quería a mi lado a veces. Solo para hablar, por lo menos para ser amigas.
Había descubierto su existencia unos días antes y no sabía como tomarlo.

Me imaginaba en escenarios absurdos siendo ella, sintiéndome como ella, actuando como todo lo que ella representaba, Y para ser sincera, se sentía mejor que ser yo misma. Llegué a pensar que ella era la que realmente existía, y que yo únicamente era una simple pesadilla. 

Pude entender sus palabras, pude llorar en sus brazos, pude verme al espejo y confundirme con su silueta. Pude cortarme el cabello, pude teñir de negro mis problemas, pude ver el final del túnel. Pude hundirme en estupideces, pero llegaste tu para salvar el día. 

Era imbécil, por supuesto que lo era, creí vagamente en tus promesas y fue así como cavé mi tumba. A ella le encantabas, le hacías sentir colorida, consumía toda mi energía y así se mantenía con vida.

A mi me servías de consuelo, de fuente de impulsos, de ganas de odiarme, de ganas de quererte. 

-¿Y bien?, ¿Sigues con tus dramas después de tanto?- preguntó irónica, esperando al menos una respuesta de mi parte. 

No le respondí, nunca le respondí. No deseaba convencerme de lo evidente, de una "faceta" por la que necesariamente tenía que pasar, y tampoco lo hice. Tu tomaste la iniciativa. 

Destruiste mis esperanzas con un mensaje, y por muy tonto que suene decirlo, le rompiste el corazón a ella. Le arrebataste esa cosa podrida que le impedía hacerte daño, al fin y al cabo tu también firmaste tu sentencia de muerte. 
 
Gritó, maldijo, vaticinó tu destrucción, te desterró de mi mente y se comió mi amor. Solo dejó los recuerdos tristes, los que a ella le hacían feliz, los guardó en una caja y escribió con sangre "No abrir".

Me regaló una cinta roja y me la ató en los labios, habrá dicho algún hechizo que según ella debió haber funcionado. No obstante cada puente, cada estrella, cada letra que mencionaste aún resuenan en mi cabeza y yo me niego a escuchar el eco de tu nombre.

-Creo, que me he metido en otro vaso de agua- me sinceré. Ella abrió los ojos y se mordió la lengua.

-Supongo que no nadarás demasiado- sentenció, y un peso de 30000000 kg cayó sobre mi. 

-Olvídalo, no puedo hacerlo- dije convencida, sin embargo sigo aquí debatiendo el por qué de mis acciones y torturas. 

Soy tarada por si quiera pensar en pensarte, soy muy tonta por querer ayudarte, soy demasiado ilusa por disfrutar acompañarte, soy una completa estúpida por desear importarte. 

Aunque igual te advierto, no te atrevas a confiarte. 
Ella no es yo, pero sigue estando dispuesta a engañarte.